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LA LEY DE AMOR

Muchos, contrariamente a la verdad, afirman que en la Biblia la única ley que está en vigor es la “LEY DE AMOR” a la que también llaman “La Ley de Cristo”, en contraposición a todas las demás leyes y mandamientos de Dios. Es como queriendo decir que todas las leyes que aparecen en el Antiguo Testamento fueron dadas por el «lejano» Dios Jehováh, y que tales mandamientos eran rígidos y faltos de amor, y por lo tanto inaplicables ya; mientras que La Ley de Cristo es una ley compasiva que nos desliga de todas las demás.
Estos conceptos podrán tener cabida en la mentalidad de los antitrinitarios, pero no bien entre los que recocemos la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Si “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”; si “Todas las cosas por El fueron hechas, y sin El nada de lo que es hecho fue hecho”, entonces, ¿cómo atribuir mandamientos a Dios el Padre solo, excluyendo al Hijo? ¿Será que no entienden la siguiente cita?

“Porque por El [Cristo] fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean potestades, todo fue creado por El y para El.” Col.1:14-16.

Acerca del sábado, que tantos atribuyen a la exclusividad del Padre, ¿no dijo Jesús que El también es Señor del sábado? Mar.2:28. Lo dijo porque, al igual que el Padre y el Espíritu Santo, también el Hijo es el Dios que reposó, bendijo y santificó al día séptimo de la semana. Gén.2:3.
Aunque Jesús habló de “Un mandamiento nuevo”, y dijo: “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros”, y: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn.13:34; 14:12 y 15); no se estaba refiriendo a mandamientos exclusivamente suyos, sin la participación de las otras personas de la Deidad. Esto se confirma en Jn.14:24, especialmente en la parte que dice: “Y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”.
En Rom.13:8-10 San Pablo cita algunos de los Diez Mandamientos, y dice que el cumplimiento de la ley es la caridad (o amor). Esto concuerda con las palabras de Jesús según Mar.12:29 al 31, señalando los dos mandamientos más grandes de la ley: “Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”, pero si leemos en Deut.6:4 y 5 y en Lev.19:8, encontraremos que estos dos mandamientos son contemporáneos con la Ley de los Diez Mandamientos, y por tanto tan antiguos como ella. Entonces no es cierto lo que afirman algunos al decir que estos son mandamientos nuevos, dados por Jesús como sustitutos de los demás. Lo cierto es que Jesús reafirmó dos viejos mandamientos que son un sumario de la ley moral, pero no un sustituto de ella. Entendamos entonces que es absurdo pretender andar en la nueva ley de Cristo a espaldas de la antigua Ley de Dios.
Si entre los muchos mandamientos dados a los antiguos los había de carácter temporal, o transitorios, éstos eran tanto del Hijo como del Padre. Del mismo modo, la Ley Eterna, la de los mandamientos que regulan o definen la moral del hombre, y que fue dada desde tiempos antiguos, no es exclusiva del Padre, sino también del Hijo, quien la magnificó y reafirmó en el amor.
De gran provecho sería para muchos religiosos entender el capítulo 2 de la primera epístola de San Juan, especialmente los versículos 3 al 5, que dicen:

“En esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él, mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en El”.

Qué bueno sería que todos pudiéramos entender estas palabras a la luz de esta verdad: «El Padre y el Hijo, cuando nos dan mandamientos, no lo hacen separadamen-te, y menos en contraposición el uno con el otro».

Ob. B. Luis, Bayamón, abril 1981